Inocente

Ayer, mientras follaba con uno de mis amantes, volví a usar las entrañas. Y creo que funcionó. Este, es Inocente. Todo muy tierno, todo muy bonito. Pero ayer tocó sexo.

Empezó todo con mucha paciencia, en el balcón de casa. Una mesa, dos tamburetes. Besos inicialmente inocentes, como de mariposa, con miradas sonrojadas. Besos que pasaron a ser más profundos, las lenguas empezaron a rozarse, los labios a morderse, a succionarse, las lenguas deslizandose por el cuello, lamiendo las orejas.

Yo, busqué sexo dentro de lo mas hondo de mi, dentro de aquello que estaba medio perdido. Resurgí a Elektra. Usando la paciencia, la provocación, a contrareloj pero aguantando sentanda, sin moverme, solo besando.

Inocente se levanta, se arrodilla ante mi. Sigo pensando que va a aguantar solo besandome, que no sucumbirá a mis entrañas. De repente, me coge por los brazos, me levanta, me lleva a la habitación, me suelta en la cama y se vuelve loco. Literalmente, con mucha hambre. Me besa, me muerde, me arranca la ropa, muerde mis pezones como si fuera lo ultimo que fuera a hacer en este mundo. Mete su boca entre mis piernas y lame como si mi sexo fuera la ultima fuente con agua que existiera. Me dice: ya no podia mas. Me estabas volviendo loco. Yo, con mi inocencia fingida, pregunto: No podias mas de que? Tus besos, dice él, me vuelven loco. Me arranca el tanga y embiste. Me siento tan Elektra que me corro. Tan Elektra que me doy el lujo de subir de tono mis gemidos y provocar su libido. Se nota que te has corrido, me dice, yo no voy a aguantar mucho. Y se corre. Y jadea. Y veo que realmente no miente y que estaba al limite de locura.

Cuando se marcha, me dice que le ha encantado, que hacia tiempo que no habia sentido eso. Sexo, cariño, es sexo. Elektra, ha vuelto.