Los zapatos me encantan. No hasta el punto de tener miles de pares, es mas, tengo los justos y desde hace años, pero me gusta mirar las tiendas de zapatos. Ultimamente me decepcionan, las modas no me gustan, tengo el pie pequeño y no siempre encuentro el zapato que me gusta a de mi numero, y ahora todos los fabricantes han decidido que, o vas plana, o vas con taconazos de vertigo. Y a mi no me gusta ni una cosa, ni la otra.
Total, que yo, que soy muy metropolitana y uso mucho el metro cada dia, algo tengo que hacer para distraerme. Así que por ejemplo, me dedico a observar los peinados de la gente, y pienso si le sienta bien, si deberia cambiar de peluquero, si deberia cambiar de corte de pelo o de color. Tambien llego a conclusiones de que la persona deberia raparse al cero si lleva una melena mal cuidada. Como pueden llevar esos pelos!? Y, naturalmente, me fijo en los zapatos. Asi veo modelos que me gustaria tener, envidio los tacones de vertigo que se que no me podre poner en la vida porque no sabria andar con ellos, y veo, naturalmente, cosas horrendas.
El otro dia me disponia a bajar del vagon cuando mis ojos no pudieron hacer otra cosa que mirar hacia la señora de delante. Iba en zapatillas. Zapatillas gastadas gastadas, y finisimas. Una de las mujeres que iba con ella, llevaba unas manoletinas, puestas tipo zapatilla, y tambien muy gastadas. Pero la tercera, la tercera ya fue demasiado. Llevaba un zapato tipo nautico de mujer, en negro, y aunque esta no los llevaba como zapatillas llevaba unos calcetines rosa fucsia a rayas. Ver eso a las 8 y media de la mañana duele. Y despierta.
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